Palabras sobre Gaza

Recupero hoy las líneas escritas por el maestro Galeano.

Ya poca Palestina queda. Paso a paso, Israel la está borrando del mapa.

Para justificarse, el terrorismo de Estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Todo indica que esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los terroristas, logrará multiplicarlos.

Desde 1948, los palestinos viven condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera tienen derecho a elegir sus gobernantes. Cuando votan a quien no deben votar, son castigados. Gaza está siendo castigada. Se convirtió en una ratonera sin salida, desde que Hamas ganó limpiamente las elecciones en el año 2006. Algo parecido había ocurrido en 1932, cuando el Partido Comunista triunfó en las elecciones de El Salvador. Bañados en sangre, los salvadoreños expiaron su mala conducta y desde entonces vivieron sometidos a dictaduras militares. La democracia es un lujo que no todos merecen.

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El vicio de escribir

Hoy he publicado un texto sobre Egipto, que podéis leer aquí. Un texto basado, por una parte, en informaciones recogidas en el país (activistas, organizaciones no gubernamentales…) y, por otra, en lecturas de artículos que sobre el tema que han escrito diversos corresponsales. Ha sido un texto atrevido, tengo que afirmar. Mi conocimiento sobre el país es limitado, pero el vicio de escribir ha podido conmigo. Necesitaba contar lo que vi, lo que escuché, lo que me contaron…

Pese a que las impresiones sobre el texto han sido buenas en general, un compañero me ha escrito afirmando que ofrezco algunas informaciones que no están bien contrastadas o no son correctas del todo.  Seguramente mi visión no es  la más certera, pero muchas de las informaciones han sido extraídas de otras fuentes. Quizás el error haya sido no contrastarlas con ahínco. Sin embargo, hay que comprender la postura del compañero. Esto nos ayudará a entender, aún más, la situación de Egipto.

Él, como egipcio, tiene razón al afirmar que muchas de las informaciones que se dan desde fuera sobre el país ayudan muy poco a la situación interna. Se pierden entre conceptos, realidades y culturas diferentes, y asimilan la visión occidental como única forma de vida legítima.

Como podéis comprobar, las palabras que he mantenido con él, a través de mensajes de Facebook, me han hecho reflexionar. No solo sobre el texto de Egipto en particular, sino sobre la comunicación y la escritura en general.

El vicio de escribir, como todos los vicios, tiene sus pegas. Y es que, en ocasiones, nos dejamos llevar por la necesidad de contar, de explicar, de analizar…  Cuando esta necesidad se mezcla con la profesión periodística, puede ser una bomba de relojería. Ejemplos tenemos muchos. La inmediatez, la novedad, la actualidad, las presiones políticas, las presiones económicas y el vicio de contarlo todo se mezclan creando auténticas piezas de mentiras y manipulaciones. Algunas de ellas premeditadas, otras causa de una falta de sentir profesional. En este sentido, tengo que apuntar que dije “no” a publicar algo sobre Egipto en un medio de comunicación nacional. No me parecía lícito ni necesario que alguien sin mucha experiencia, como yo, lo hiciera. No pensé que fuera lo mismo mi blog, pero, al parecer, es cierto esto que siempre digo de que el poder de blogs y redes sociales es hoy más potente que cualquier columna en un medio. (¡Cuándo aprenderé a hacerme caso a mi misma!)

Como aprendiz de comunicadora para el cambio social, debería haber tenido en cuenta todo esto antes de lanzarme a la página en blanco. Uno de los principios de este tipo de comunicación pasa por entender a las comunidades, absorber sus conocimientos, reflexionar y dejar que sean las personas que viven dichas experiencias las que cuenten lo que ocurre. Gran error el mío de no aplicar lo que aprendo cada día en una cosa tan simple con esta.  De todo se aprende y yo, os aseguro, que no dejo de aprender, ni de escribir. Suerte la mía.

El dilema del orden público

La línea entre libertad y seguridad ciudadana sigue siendo un debate que enfrenta a una sociedad cada vez más movilizada contra una clase política falta de respuestas eficaces ante los conflictos sociales.

El artículo 16 de la Constitución española dice garantizar la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación en sus manifestaciones que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la Ley.  Esto último se traduce en la Ley española como “asegurar la convivencia ciudadana, la erradicación de la violencia y la utilización pacífica de las vías y espacios públicos, así como la de prevenir la comisión de delitos y faltas”.

El problema de estas frases legales es la interpretación de las mismas y los límites entre la libertad y el control. En los últimos años, la defensa del orden público se ha convertido en una herramienta de represión ideológica, según algunos activistas y partidos políticos de izquierda.  El pasado mes de diciembre Izquierda Unida de Madrid acusó al gobierno del PP de utilizar la detención del joven madrileño Alfonso Fernández como medida “arbitraria que busca ser ejemplarizante contra la contestación social«.

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