Ahora sí. Vuelta de las vacaciones.

¿Os lo perdisteis? Vale la pena que dediquéis unos minutos a verlo. A mí me ha animado a continuar hacia un otoño que se prevé convulso, pese a unas vacaciones veraniegas cortas.

Gran Jordi Évole. Es de los pocos que está haciendo algo de valor en la televisión.

La televisión es culpa nuestra

No sé si Mercedes Milá estará contenta o si los magnates de Telecinco se frotarán las manos. Lo único que sé es que estudiantes y profesionales del periodismo lamentan que la televisión haya llegado a los límites actuales. La gota que colmó el vaso de esta desesperación la marcó CNN+, que  terminó sus emisiones a las 12 de la noche del pasado martes 28 de diciembre. La cadena llevaba once años de déficit por la baja audiencia. Ahora que se cierra, y se cambia por un veinticuatro horas del ya deleznable programa de reality Gran Hermano, resulta que hasta el presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, disfrutaba con los programas de la ya extinta CNN+.

No debemos engañarnos. Si Telecinco apuesta por «cargarse» a CNN+, a Iñaki Gabilondo y a Javier Ruiz, entre otros muchos profesionales que trabajaban por ofrecer a los telespectadores una información lo más cercana al periodismo de calidad, no es porque les apetezca, sino porque el público así lo quiere. Ahora, lo que nos espera es una Nochevieja en la que observemos como los protagonistas de ese «Sálvame» cenan en una mesa repleta de personajes variopintos que se han ganado la bendición de una audiencia, que somos todos nosotros, que busca un entretenimiento estéril y sin sentido.

No sé cuál es la razón de esta decadencia televisiva y de este gusto tan extremo de los televidentes. Y es que si dar información deportiva es hacer lo que hacen los llamados Manolos, Manu Carreño y Manolo Lama (que se van a ver potenciados en esta nueva fusión empresarial de Cuatro con Telecinco), yo reniego de la televisión y me lanzó a apostar por un Internet libre en el que tanto cineastas, periodistas e internautas colaboren por hacer un espacio único y libre de la televisión basura.

Por el momento,  el presidente de la Academia de Cine, Álex de la Iglesia, ha dado el primer paso reuniéndose hoy en Madrid con bloggeros y expertos de la Red para intercambiar visiones y  opciones viables para este nuevo medio.

Mi indignación puede ser incomprensible para muchos, pero me quedo con una cita de las palabras de Javier Ruiz que tal vez expliquen mejor mi sentir:

«Profesionalmente a los periodistas nos afecta y nos duele, pero es un problema para la sociedad en general. Yo creo que ahora mismo hay muchos medios que están optando más por el espectáculo que por la información y que están apostando más por el ruido que por el fondo»

y con el mensaje en forma de video que el gran Gabilondo dejó a todos los que sentimos algo por el periodismo.

Ser musulmán, no es ser árabe

El pasado viernes, la periodista Adela Úcar en su programa 21 días (aquel que anteriormente realizaba Samanta Villar) se adentro en la vida de los musulmanes en España. Su idea era vivir como una mujer musulmana siguiendo los preceptos del Corán y tratando de romper los  prejuicios y concepciones erróneas alrededor de esta religión.

El programa inicia con la familia Rostom, 9 hijos (ocho niñas y un niño) que forman parte de la clase media de Madrid. El padre, un casi ingeniero técnico de arquitectura; las hijas mayores una acabando medicina, la otra odontología.

La más mayor de ellas, unos 23 años, será la guía de la periodista en esto del entendimiento del islam. Será esta chica, Fátima, la que brinde al espectador una imagen de la mujer musulmana moderna, liberal y que se siente totalmente en «conexión con Dios». Ella es divorciada porque su exmarido » no tenía la mente suficientemente evolucionada y moderna como para entender que ella quería estudiar». Además, habla repetidamente de la libertad de su religión y de la facilidad de seguir los preceptos establecidos si «verdaderamente eres musulmán». Esta joven, estudia, conduce y se avergüenza de que la miren por la calle cuando viste su hiyab. El pañuelo que ella y sus hermanas defienden bajo el argumento de que «oculta su belleza y permite que la gente vea más allá y se fije en otras cosas».

Lo que es cierto es que el islam es bastante intrusivo en el día a día de sus fieles y requiere una dedicación constante. La vida está regida por la religión que copa hasta las esferas políticas de los países musulmanes. Un poder que, a mi parecer, por suerte, otras religiones han perdido en la actual sociedad occidental.

Desde Europa, consideramos que ese intrusismo religioso no favorece la democracia de una vida libre. De hecho, la controversia sobre el uso del velo viene de esta idea.  Pero, para los musulmanes, es una filosofía de vida que han decidido libremente adoptar, o así lo expresan ellos.  Aún así, algunos de los preceptos del Corán (la palabra de Dios a través de Mahoma) pueden ser malinterpretados hasta extremos demasiado arcaicos: el sexo, la provocación sexual, la conducta moral, la alimentación y la guerra santa, entre ellos.

Sin embargo, cabe no olvidar que el catolicismo en su época de mayor fuerza en España también experimentó un control total de la sociedad y de la vida de sus fieles. La Inquisición es la institución que mejor refleja el poder eclesiástico y religioso de aquellos años.

El problema fundamental reside en la conexión directa que se hace de los musulmanes, los árabes, el terrorismo, los jeques y la discriminación sexual.

En primer lugar, ser árabe no está estrictamente ligado con ser musulmán. De hecho, el 80% de los musulmanes no es de lengua árabe y muchos árabes son de creencia  cristiana. Por supuesto, es inverosímil creer que todos los islámicos son terroristas, por mucho que la mayor parte de las guerras históricas se den en países de creencia musulmana. Ya que estos procesos bélicos vienen de problemas mucho más arraigados a la historia que a la religión, aunque es cierto que ambos conceptos van muy ligados.

El problema versa en los extremismos.  Cuando una idea, cultura o religión se lleva al extremo, considerando que es la verdad absoluta el ser humano pierde su capacidad de raciocinio. Dando paso así, al racismo y la incomprensión voluntaria. Tal y como le ocurrió a la familia Cunit, de Tarragona, una de las últimas que visita la periodista de Cuatro. Los padres y la hija fueron denunciados por coaccionar, calumniar y amenazar a una trabajadora social de origen marroquí que se negaba a ponerse el velo.

**Musulmán es la persona cuyo credo religioso es el islam. La palabra árabe muslim (مسلم), femenino muslima (مسلمة), significa ‘que se somete’, e implica la completa sumisión a la voluntad de Dios.

Así, un musulmán se esfuerza por rendir a las órdenes de Dios cada paso del camino. No hay distinción hecha entre la vida diaria, la religión y la política.

Países musulmanes:

En África están: Argelia, Benín, Burkina Faso, Camerún, Chad, Comores, Costa de Marfil, Yibuti, Egipto, Gabón, Gambia, Guinea-Bissau, Libia, Malí, Mauritania, Marruecos, Mozambique, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona, Somalia, Sudán, Togo, Túnez y Uganda. En América: Guyana y Surinam. En Europa: Turquía, Albania y Bosnia y Herzegovina. En Asia: Arabia Saudita, Azerbaiyán, Bahréin, Bangladesh, Brunéi, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, Irán, Iraq, Jordania, Kazajistán, Kuwait, Kirguistán, Líbano, Malasia, Maldivas, Omán, Pakistán, Qatar, Siria, Tayikistán, los Territorios Palestinos, Turkmenistán, Uzbekistán y Yemen.

 

**El árabe (antiguamente llamado arábigo, arabía2 o algarabía) es una macrolengua de la familia semítica, como el arameo, el hebreo, el acadio, el maltés y otras lenguas similares. Es la única lengua oficial en veinte países y cooficial en al menos otros seis, y una de las seis lenguas oficiales de la Organización de Naciones Unidas. Es también la lengua religiosa del islam.

 

Hablan árabe:

Arabia Saudita, Argelia, Bahréin, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Iraq, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Marruecos, Mauritania, Omán, Qatar Sahara Occidental, Siria, Sudán, Territorios Palestinos, Túnez, Yemen.